
El cáncer de hígado comienza en las células hepáticas. El hígado es un órgano que se encuentra en la parte superior derecha del abdomen, debajo del diafragma y a la derecha del estómago. Se pueden formar varios tipos de cáncer en el hígado. El tipo más común de cáncer de hígado es el hepatocarcinoma, que se origina en el tipo principal de célula hepática (hepatocito).
El cáncer que comienza en otra área del cuerpo, como el colon, el pulmón o la mamas y luego se disemina al hígado, se denomina cáncer metastásico en lugar de cáncer de hígado. Aquí trataremos específicamente lo relacionado al cáncer de hígado o hepatocarcinoma.
El cáncer de hígado es el sexto cáncer más frecuente en el mundo y ocupa el tercer lugar en causas de muerte por cáncer a nivel mundial, su incidencia va en aumento. Se presenta más frecuentemente después de los 60 años y es tres veces más frecuente en hombres que en mujeres.
El cáncer de hígado ocurre cuando las células hepáticas desarrollan cambios en su ADN. Un resultado es que las células pueden comenzar a crecer fuera de control y formar un tumor.
El 80-90% de los casos se presentan en personas con enfermedades crónicas del hígado las cuales causan un daño hepático subyacente como cirrosis, hígado graso y esteatohepatitis. Pero en ocasiones el cáncer de hígado puede ocurrir en personas sin enfermedades hepáticas preexistentes y no está claro qué lo causa.
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de padecer cáncer primario de hígado son los siguientes:
- Cirrosis
- Consumo excesivo de alcohol
- Infección crónica por el virus de la hepatitis B o el virus de la hepatitis C.
- Ciertas enfermedades hepáticas hereditarias como la hemocromatosis y la enfermedad de Wilson.
- Diabetes y síndrome metabólico
- Enfermedad del hígado graso no alcohólico
La mayoría de las personas no tienen signos ni síntomas en las primeras etapas del cáncer de hígado. Cuando se presentan síntomas, estos pueden incluir los siguientes:
- Pérdida de peso involuntaria
- Pérdida de apetito o saciedad temprana.
- Dolor en la parte alta del abdomen
- Náuseas y/o vómito
- Debilidad y fatiga general
- Distensión o aumento del volumen abdominal
- Coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos (ictericia)
Es fundamental que consultes a un especialista si presentas síntomas inexplicables que te generen preocupación. Aunque estos signos no siempre indican la presencia de cáncer de hígado, pueden estar relacionados con otras afecciones. Un diagnóstico temprano es clave. Un médico especializado podrá realizar una evaluación completa para identificar la causa de tus síntomas y, de ser necesario, descartar la presencia de cáncer de hígado.
Realizar un diagnóstico temprano ofrece mayores posibilidades de un tratamiento efectivo.
Los estudios para realizar el diagnóstico de cáncer de hígado incluyen estudios de laboratorio con marcadores tumorales, ultrasonido, tomografía, resonancia magnética y gammagrama óseo, y en ocasiones una toma de biopsia del tumor.
El conjunto de estos estudios permiten valorar la función de tu hígado, así como determinar la extensión del tumor dentro del hígado y la posible diseminación del cáncer a otros sitios del cuerpo. Una vez completado el abordaje diagnóstico puede establecerse la etapa clínica de la enfermedad, lo cual ayuda a establecer un pronóstico y a elegir la mejor opción de tratamiento en cada caso.
Un correcto abordaje diagnóstico impacta favorablemente en tu pronóstico aún antes de cualquier tratamiento, por lo que es indispensable la evaluación por un cirujano oncólogo y hepatobiliar con experiencia antes de proceder a cualquier intervención.
¿Es necesaria siempre una biopsia?
En pacientes con factores de riesgo, muchas veces puede realizarse el diagnóstico de forma confiable con estudios de imagen como tomografía o resonancia magnética sin necesidad de una biopsia. Es importante la valoración por un experto para determinar si una biopsia es necesaria como parte de tu abordaje diagnóstico.
Toma el control de tu salud, juntos podemos encontrar la mejor solución.
El tratamiento del cáncer de hígado no solo depende de la extensión del tumor y el estado de salud del paciente, sino también de la función hepática, una función hepática muy deteriorada puede contraindicar la mayoría de las opciones de tratamiento, por lo que es un factor muy importante a evaluar y considerar para la toma de decisiones en cuanto a tu tratamiento.
Cuando el cáncer de hígado se diagnostica en etapas tempranas se cuenta con las siguientes opciones de tratamiento:
- Cirugía: Su objetivo es extirpar la parte del hígado donde está localizado el tumor. Generalmente es la mejor opción cuando la enfermedad está confinada al hígado, el tumor es único, la función hepática es normal y el hígado que quedará después de la cirugía es suficiente para un correcto funcionamiento hepático.
- Trasplante hepático: Su ventaja es que remueve no solo el tumor, sino también el resto del hígado enfermo (y en potencial riesgo de desarrollar otro tumor), reemplazandolo con el hígado sano de un donante. Solo un pequeño porcentaje de pacientes es candidato a trasplante; el tumor debe estar confinado al hígado, ser temprano e idealmente se reserva para pacientes con función hepática alterada.
- Ablación con calor: Algunos tumores muy pequeños, pueden tratarse efectivamente aplicando calor directamente al tumor destruyendo así las células cancerosas, se puede realizar con varios tipos de energía, lo cual dependerá de la localización del tumor.
Cuando el cáncer se encuentra confinado al hígado, pero son múltiples tumores, se puede emplear un tratamiento llamado TACE, que consiste en aplicar directamente quimioterapia a los tumores del hígado y ocluir la irrigación de los mismos para inducir la muerte de las células cancerosas. Puede utilizarse también antes de la cirugía o el trasplante. Es importante evaluar cuidadosamente la función hepática antes de proponer este tratamiento.
Cuando la enfermedad es avanzada, es decir, se encuentra diseminada de forma muy extensa en el hígado o se ha diseminado a otros sitios del cuerpo y la función del hígado está preservada o alterada levemente, el paciente es candidato a recibir tratamiento sistémico. El objetivo del tratamiento sistémico es controlar la enfermedad e incrementar la supervivencia. Entre las opciones de tratamiento sistémico se encuentran:
- Terapias blanco: Son medicamentos que se enfocan en anomalías específicas presentes dentro de las células cancerosas. Al bloquear estas anomalías estos medicamentos pueden producir la muerte de las células cancerosas. Existen diferentes opciones de terapias blanco para el tratamiento del cáncer de hígado avanzado. Algunas solo funcionan en personas que tienen células cancerosas con ciertas mutaciones genéticas. Las células cancerosas pueden examinarse en un laboratorio para comprobar si estos medicamentos podrían ayudarte.
- Inmunoterapia: La inmunoterapia utiliza tu sistema inmunitario para combatir el cáncer.
- Quimioterapia: La quimioterapia utiliza medicamentos para destruir células de rápido crecimiento, entre ellas las células cancerosas. Se puede administrar a través de una vena del brazo, en forma de píldora o ambas.
Por último, cuando el cáncer de hígado está muy avanzado y el estado de salud o la función hepática están muy deteriorados y es poco probable que estos tratamientos ofrecen un beneficio, el objetivo se concentrará en el alivio de los síntomas (atención paliativa) para mantenerte lo más cómodo posible durante el mayor tiempo posible.
En todos casos, cada paciente debe ser evaluado cuidadosamente por un equipo multidisciplinario para determinar la mejor opción y estrategia de tratamiento.
Tu bienestar es mi prioridad, permíteme guiarte hacia una recuperación exitosa.
Reduce el riesgo de cirrosis
- La cirrosis es la cicatrización del hígado y aumenta el riesgo de cáncer de hígado. Para reducir el riesgo de padecer cirrosis, puedes seguir estos consejos:
- Si bebes alcohol, hazlo con moderación. Si decides beber alcohol, limita la cantidad. En el caso de las mujeres, esto significa no más de una copa al día. En el caso de los hombres, el límite es de no más de dos copas al día.
- Mantén un peso saludable. Si tu peso actual es saludable, sigue una dieta equilibrada y haz ejercicio la mayoría de los días de la semana para mantenerlo. Si necesitas bajar de peso, reduce la cantidad de calorías que consumes por día y aumenta la cantidad de actividad física.
Vacúnate contra la hepatitis B
Puedes reducir el riesgo de contraer hepatitis B si recibes la vacuna contra la hepatitis B. La vacuna puede administrarse a casi cualquier persona, incluidos bebés, adultos mayores y personas con el sistema inmunológico comprometido.
Toma medidas para prevenir la hepatitis C
No existe ninguna vacuna contra la hepatitis C, pero puedes reducir el riesgo de contraer la infección.
- Conoce el estado de salud de cualquier pareja sexual. Si no conoces el estado de salud de tu pareja, usa un preservativo cada vez que tengas relaciones sexuales.
- No uses drogas ilícitas intravenosas. Reduce el riesgo de contraer la infección por el virus de la hepatitis C al no inyectarse drogas ilícitas.
- Busca tiendas seguras y limpias cuando te hagas un piercing o tatuaje. Las agujas que no se esterilizan adecuadamente pueden propagar el virus de la hepatitis C.
Buscar tratamiento para la infección por hepatitis B o C
Existen tratamientos disponibles para la hepatitis B y la hepatitis C. Las investigaciones demuestran que el tratamiento de estas infecciones virales puede reducir el riesgo de cáncer de hígado.
¿Es recomendable realizar estudios para screening (tamizaje) de cáncer de hígado?
Sí se recomienda en personas con condiciones que aumentan el riesgo de padecer cáncer de hígado (virus de hepatitis B, virus de hepatitis C, cirrosis, etc) ya que permite un diagnóstico temprano, cuando el cáncer aún no da síntomas, mejora las probabilidades de recibir un tratamiento curativo y reduce el riesgo de morir por cáncer de hígado.
Para la población en general, no se ha demostrado que realizar exámenes de detección de cáncer de hígado sea útil para incrementar el diagnóstico temprano ni para disminuir el riesgo de morir por esta enfermedad, por lo que no se recomienda si no tienes factores de riesgo específicos.
Es importante discutir con un experto sobre las ventajas y desventajas de los exámenes de detección. Juntos podemos decidir si la prueba de detección es adecuada para ti en función de tu riesgo. Por lo general, los exámenes de detección incluyen un análisis de sangre y un ultrasonido hepático cada seis meses.
La cirugía para cáncer de hígado es la opción más efectiva cuando el tumor está localizado, y consiste en la resección o extirpación de la parte afectada del hígado. Mi enfoque es integral y está respaldado por años de formación en técnicas avanzadas de cirugía de hígado por cáncer, lo que me permite brindar una atención precisa y personalizada a cada uno de mis pacientes.
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